Ofrendas a la advocación de Nuestra Señora de Los Dolores
El párroco Francisco José
Martínez López, de la Capellanía de Monteagudo, exaltó las bondades de la
Virgen María en la misa de Viernes de Dolores: “Somos de la Virgen. Somos más de ella que de nuestra propia madre”
Bendiciones a Nuestra Señora de Los Dolores |
La
Hermandad Siervas de María celebró el pasado viernes la eucaristía en honor a
la Virgen de Los Dolores en la Parroquia de San Pablo. La Santa Misa, oficiada
por el párroco Francisco José Martínez López, de la Capellanía de Monteagudo,
ponía fin al novenario que cada año se celebra en honor a la Virgen María.
En
su homilía, Martínez destacó una de las narraciones que aparecen en la historia
de dicha hermandad: “en la actualidad es una de las cofradías de mayor
raigambre de Abarán y está formada por más de 700 miembros, cuya respuesta
común es: <soy
de la Virgen>”,
una bonita respuesta que a juicio del sacerdote resume la devoción y dedicación
de todo fiel a la Madre de Dios.
El sacerdote resaltó en su discurso que todos “somos de la Virgen. Es verdad. Somos más de
ella que de nuestra propia madre. Somos de la Virgen –continuó- porque nos ganó
junto a la Cruz; porque junto a la cruz había dos personas, Jesús y tú, y para
obedecer el designio amoroso de nuestro Padre Dios te eligió a ti y aceptó el
sacrificio de su primogénito”, destacó.
El
matiz de esta afirmación viene marcado por una de las preguntas que escuchamos
a lo largo de nuestra infancia: “¿Quién te quiere a ti?”. La respuesta es clara
para Francisco José Martínez: “nuestro Padre y nuestra Madre”. Estas personas
sostienen nuestra vida y a ellas debemos nuestro amor por encima de cualquier
otra, añadió el párroco.
Para
él, “los cristianos de todas las épocas se han conmovido ante esta advocación
de la Virgen Dolorosa porque han entendido que ese dolor lo sufre por nuestros
pecados; esa espada que atraviesa su corazón es por Jesús, porque lo ve sufrir
injustamente”, añadió.
El amor con amor se paga
Martínez
considera que “ser de la Virgen es lo mismo que amar a la Virgen; contemplarla
hoy nos tiene que llevar a no ser cicateros a la hora de quererla con obras y
de verdad; pero ¿cómo podemos ser de la Virgen? ¿Cómo podemos ser de verdad de
la Virgen?”, se pregunta.
Este
sacerdote propone dos caminos: el primero de ellos guarda una relación directa
con la pasión del Señor: “Jesús en la cruz venció al mundo, al demonio y al
pecado. El pecado ya no tiene dominio sobre nosotros porque con Cristo lo
podemos vencer siempre acudiendo al sacramento de la confesión”, destacó.
El
segundo camino para querer más a la Virgen “nos lo ha mostrado ella misma”, afirmó,
porque siempre se ha referido al Santo Rosario: “rezar el rosario es el mejor
modo de ser de la Virgen”, añadió.
Martínez
concluyó su intervención con las siguientes palabras: “Madre, ayúdanos a decir
con verdad <soy de la Virgen>; ayúdanos a quererte cada día más acudiendo
con frecuencia a la confesión y al rezo del Santo Rosario”.
La
Hermandad Siervas de María ofreció a la Virgen la luz, “que nos ilumina el camino del Señor a todos los cristianos”;
la Biblia, “con la palabra de Dios
impresa en ella”; la imagen de La
Dolorosa, “que desfila con los niños más pequeños de la hermandad”; el Santo Rosario: “porque su rezo es la
plegaria que más te agrada”; y el pan y
el vino: “como tú hiciste con tus discípulos en la última cena y que ahora
pasarán a ser tu cuerpo y tu sangre”.
Al
finalizar la eucaristía los fieles desfilaron hasta el altar mayor para ofrecer
su gratitud y plegarias a la imagen de la Virgen de Los Dolores.
Momento del besamanos de la Virgen |
Rezo del famoso himno de Stabat
La madre piadosa estaba
junto a la cruz y lloraba
mientras el Hijo pendía.
Cuya alma, triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.
¡Oh, cuán triste y cuán aflicta
se vio la Madre bendita,
de tantos tormentos llena!
Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.
Imagen que desfila en la procesión inafntil |
Y ¿cuán hombre no llorara,
si a la Madre contemplara
de Cristo, en tanto dolor?
Y ¿quién no se entristeciera,
Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?
Por los pecados del mundo,
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado,
que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.
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